Es importante entender que la ayahuasca es una medicina muy especial que tiene que ser bebida necesariamente, en un contexto ritual, con mucho respeto y bajo la supervisión o asistencia del maestro ayahuasquero, serio y experimentado.
Se suele ver al curandero como un personaje folclórico, detenido en el pasado, que ofrece siempre un espectáculo étnico y exótico. El perfil del curandero ha sido demasiado caricaturizado y reducido a una actividad folclórica y risible, y en muchas sociedades, el curandero está asociado a la charlatanería, al fraude y a la estafa.
Se debe distinguir bien, la práctica de un curanderismo honesto con ayahuasca, del accionar inescrupuloso de supuestos “curanderos o “chamanes” que desvirtúan la medicina tradicional en el Perú. El fraude chamánico está desprovisto de lo fundamental, esto es, el estado extraordinario de consciencia que produce la ayahuasca, y su beneficio más importante, el despertar de la consciencia. Por lo tanto, los “curanderos” farsantes, no promueven el auto-descubrimiento, ni la iniciación o ampliación de la consciencia. Con este engaño o transgresión, los “ayahuasqueros” inescrupulosos están desvirtuando a la ayahuasca, montando toda una parafernalia y coreografía chamánica, para embaucar a los turistas sedientos de experiencias exóticas y místicas. Sin preparación ni conocimiento profundo, estas personas improvisadas se aventuran a realizar supuestas sesiones que terminan en violación de las mujeres, robos y secuelas psicológicas lamentables, como depresiones psicóticas y confusión mental.
La ayahuasca, no es un atractivo turístico, que se puede ofrecer a todo turista, como quien ofrece una aventura exótica. La experiencia de beber ayahuasca, implica un compromiso y disciplina muy serios. No es algo que se pueda tomar al paso, y luego seguir con las costumbres habituales. Existe una selección y calificación previa de los participantes, y no es para todo el mundo.
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